EL NACIMIENTO DEL SÉPTIMO ARTE
Tal día como hoy, 28 de diciembre, pero hace exactamente 122 años, tenía lugar la primera proyección cinematográfica en París de mano de los hermanos Auguste y Louis Lumiére.
La noche parisina de aquel 28 de diciembre de 1895 iba a ser espectadora de excepción de uno de los inventos más importantes de la Historia, aunque en las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX tuvo que compartir protagonismo con otras innovaciones técnicas como la iluminación eléctrica, el teléfono, el motor de explosión, la máquina de escribir, la bicicleta, la aspirina o el automóvil, entre otros.
La noche parisina de aquel 28 de diciembre de 1895 iba a ser espectadora de excepción de uno de los inventos más importantes de la Historia, aunque en las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX tuvo que compartir protagonismo con otras innovaciones técnicas como la iluminación eléctrica, el teléfono, el motor de explosión, la máquina de escribir, la bicicleta, la aspirina o el automóvil, entre otros.
CINEMATÓGRAFO |
Pero no cabe duda de que el séptimo arte comenzaba su andadura hacia un futuro prometedor que serviría no solo como un elemento de entretenimiento, sino que también se convirtió en un instrumento de crítica social que en plena Revolución Industrial era algo tan necesario como el arte de vanguardia y el nacimiento de la comunicación de masas. Nacía el arte del cine.
El escenario fue el Salon Indien del Grand Café, en el número 14 del Bulevar de los Capuchinos de París. Tras varios intentos fallidos, los hermanos Lumiére consiguieron proyectar un total de diez películas de 15 o 20 metros cada una. En ellas los amigos y familiares de Louis Lumiére eran los protagonistas de unas proyecciones que en su total duraban veinte minutos. El número de asistentes fue de treinta y tres personas. cada espectador pagó un franco, que era lo que costaba la entrada al recinto.
Las diez películas que fueron proyectadas fueron:
- La salida de la fábrica Lumiere
- Riña de niños
- La Fuente de las Tullerías
- La llegada de un tren
- El Regimiento
- El Herrero
- La partida de naipes
- Destrucción de las malas hierbas
- Derribo de un muro
- El Mar
El escenario fue el Salon Indien del Grand Café, en el número 14 del Bulevar de los Capuchinos de París. Tras varios intentos fallidos, los hermanos Lumiére consiguieron proyectar un total de diez películas de 15 o 20 metros cada una. En ellas los amigos y familiares de Louis Lumiére eran los protagonistas de unas proyecciones que en su total duraban veinte minutos. El número de asistentes fue de treinta y tres personas. cada espectador pagó un franco, que era lo que costaba la entrada al recinto.
Las diez películas que fueron proyectadas fueron:
- La salida de la fábrica Lumiere
- Riña de niños
- La Fuente de las Tullerías
- La llegada de un tren
- El Regimiento
- El Herrero
- La partida de naipes
- Destrucción de las malas hierbas
- Derribo de un muro
- El Mar
La primera de las proyecciones no dejó indiferente a nadie. Los figurantes y actores se pusieron sus mejores galas para el rodaje. En la fábrica, en Lyon, no solían ir vestidos con esos atuendos a diario para ir a trabajar a una fábrica posiblemente textil. Las proyecciones duraban alrededor de un minuto y se proyectaban cada veinticinco minutos.
Una de las proyecciones que más impactó al publico fue Llegada de un tren, en donde los espectadores pensaban que era una imagen tan real que el tren iba a invadir la sala.
LA SALIDA DE LA FÁBRICA LUMIÉRE
Una de las proyecciones que más impactó al publico fue Llegada de un tren, en donde los espectadores pensaban que era una imagen tan real que el tren iba a invadir la sala.
LA LLEGADA DE UN TREN
El día del estreno, ninguno de los hermanos acudieron a la sala, solo su padre. Unos dicen que por agotamiento, otros que por emoción. La crítica reaccionó de muy buen agrado; algunos de los titulares decían así: " Este es uno de los momentos más extraordinarios de la historia de la humanidad".
Así nació la industria cinematográfica. A partir de ese momento les ofrecieron cuantiosas sumas de dinero por su cinematógrafo, pero ellos no lo vendieron, simplemente lo ofrecían gratuitamente a las salas de cine asegurándose el 50% de los beneficios. Pronto, en todos los lugares del mundo, todos querían tener cines.
Por todo ello, muchas gracias hermanos Lumiére.